Elegancia Justa y noble para diez días de cine. "El rincón de Begoña del Teso"

No hay fiestas, no podremos los aficionados agolparnos junto a las vallas para amar de cerca a Viggo Mortensen, a Johhny Depp o saludar emocionados al star system del cine vasco. No habrá tantas galas, no habrá muchas cosas en este Zinemaldia de la pandemia, en este San Sebastian International Film Festival, sacado adelante con bravura.
Pero hay películas. Y nuestros salones y palacios cinematográficos están abiertos. Y hay cámaras de televisión en los puentes y en las escaleras de mármol del Victoria Eugenia. Y aunque no las hubiera daría lo mismo: uno no puede dejar de ser elegante nunca. Y una puede acercarse al Kursaal divina de la muerte calzada, vestida y maquillada con productos de comercio justo, de comercio ético, de comercio sostenible. Entremos a Kitzin y preparémonos bien preparados. Porque tenemos unas cuantas películas por ver (en realidad, decenas de trozos de celuloide, lo juro).
Primero, un bolso. Un bolso hecho por los y las aprendices del arte textil reunidos en la aventura de Titare, puesta en pie, en marcha, en acción no demasiado lejos ni del núcleo del Zinemaldia ni de Kitzin, allá por un polígono de Errenteria donde los cines llevan nombre de fábrica (Niessen). Los mejores artesanos, las más intrépidas creadoras y recicladoras de tejidos y materias primas como la finlandesa Tytti Thusberg recurren a las chicas y chicos de Titare en su búsqueda de los máteriales más vanguardistas, equitativos y sorprendentes.
Bolsos. Bolsas. Que aunque el otoño llegó La Zurriola está cerca y la temperatura del mar sigue rondando los 20 grados. Bolsas de playa. Las ‘tote’. Made in Masti Loidi, Errenteria.
Abanicos. Abanicos tailandeses. Hechos por mujeres valientes. Si se te olvidó la mascarilla tápate la sonrisa con uno de ellos. Recuerda que en tiempos pasados los amantes se hablaban con el lenguaje del abanico donde un movimiento quería decir Te espero y otro Iré…
Joyas… Claro. Todos los pueblos indígenas de la tierra las usan. Nunca fue la belleza privilegio de conquistadores y colonos. ¿Por qué no ese anillo hecho con la corteza del totumo, que es árbol pequeño, casi un simple arbusto , extendido orgullosamente desde México a Brasil y Las Antillas? Tiene uso medicinal y sagrado. Con su cáscara se hacen recipientes donde se beben secretas elaboraciones de frutos fermentados, pócimas y brebajes que te conectan con la Naturleza. Con la misma cáscara de la que estaá hecha esa sortija, única en todo Donostia. Pulseras de La India. Neceseres (para llevar el eye-liner, el maquillaje y el móvil) hechos con tela de mosquitera…
Sombreros de rafia , foulards de suave y orgánica seda… Cosmética mil veces natural, con aceites esenciales, manteca de karité auténtica; jabones tradicionales… Prepara tu piel para la próxima sesión de cine.
Porque mucho hay que ver. Por ejemplo esa Selva Trágica de Yulene Olaizola que nos habla de la leyenda de Xtabay, no muy diferente a la de nuestras lamiak, a la de nuestra Diosa Mari. Película mexicana que nos hace penetrar en la jungla de lo que fuera la Honduras Británica, donde los hombres sangraban a los árboles para recoger la goma, el chicle, el ‘chewing gum’.
Vestir con justa elegancia. Por ver una película que, precisamente habla de los hijos que tuvo Mari, la del Anboto, con un mortal. Atarrabi et Mikelats se titula y hace tiempo que el Diablo no lució más hermoso ante una cámara
Comercio Justo. Cine sostenible. Sin fronteras. Lobster Soup, sabrosa y agridulce, muy cafetera ella, muy de hielo, pescados y ballenas, es coproducción entre Valencia, Donostia e Islandia. Recordad: Kitzin está a medio camino entre los Cines Príncipe y el Teatro Principal. Salud y buena proyección.
Begoña del Teso
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