Porque Jesús nace en todas partes, de Groenlandia a Bolivia…

Por eso, porque dio en nacer en Belén pero bien podría haberlo hecho en Perú o en Filipinas, los belenes, los pesebres, los nacimientos, los Misterios que engalanan estos días de Adviento las estanterías, el mostrador, los rincones de Kitzin llegan desde Groenlandia y Perú, de Vietnam y de Escandinavia.
Por eso, porque dio en nacer en Belén pero bien podría haberlo hecho en Perú o en Filipinas, los belenes, los pesebres, los nacimientos, los Misterios que engalanan estos días de Adviento las estanterías, el mostrador, los rincones de Kitzin llegan desde Groenlandia y Perú, de Vietnam y de Escandinavia.
Podrían ser también napolitanos. Al fin y al cabo, la capital de la Campania no es solo, puro Patrimonio de la Humanidad, no es solo el lugar donde Maradona ascendió a lo más alto y cayó a los infiernos. No es solo la cuna de una de las mafias más oscuras, La Camorra. Ni siquiera el origen de las mejores pizzas, los dulces encanelados y el vero caffé napoletano. Nápoles no es solo un puñado de barrios cargados de vida e historia como el Quartieri Spagnolo o el Borgo de Marechiaro. Nápoles no es solo el Vesubio o películas como Gomorra. No es solo la cuna de ese tremendo cineasta llamado Sorrentino.
No. Nápoles en estas fechas (y siempre) es la ciudad de los belenes. Cientos, miles de devotos artesanos dedicados en cuerpo y alma, de día y de noche, teniendo como alimento un poco de bizcocho al limón y un trago de ese vino místico que es el Lacryma de Christi, se dedical al bello arte de crear figurillas que admiran los belenistas de todo el orbe. Figurillas de arcilla y madera, policromadas, vestidas de buenos paños.
Dicen las leyendas y las enciclopedias que ya en el año 1025 alguien había instalado un nacimiento en la iglesia de Santa María del Pesebre y por los siglos de los siglos la calle de San Gregorio Armeno es un mercado inmenso, un bazar delicioso, una cueva fantástica de figuras navideñas.
Kitzin estos días se diría un puestecilllo napolitano. O un o provenzal. Porque en la Provenza famosos son sus ‘santones’, figurillas bien amadas desde Marsella a Menton. Piezas tanbién de barro y arcilla. Figurillas populares. Figurillas angélicas, que reproducen la santidad de unos, la divinidad de otro,el asombro de todos.
¿Qué belén montaría entre Narrika y Juan de Bilbao/Ikatza San Francisco de Asís? Todo el planeta sabe que el ‘poverello de Asis’ fue el primero en armar uno. Lo hizo después de regresar de su viaje a Judea. Escogió una cueva en Greccio, allá por el Lazio, hizo un Niño Dios de piedra y llevó a la gruta un buey y una mula. En la Nochebuena, el pueblo cantó y rezó maravillado y dijeron los cronistas que cuando el hermano del lobo, del sol y de la luna, tomó en sus brazos a la piedra-Niño, esta cobró vida…
Kitzin es estos días Nápoles, Greccio y la Provenza. Hace solo unas pocas jornadas que, importados por la Red Interdiocesana de Comercio Justo de Cáritas, llegaron a nuestra/vuestra tienda de todos, un puñado de belenes, de nacimientos, de misterios, de pesebres hechos en la misma tierra donde nació el Cristo, en Palestina, y tallados en la madera del árbol símbolo de tantísimas cosas, el olivo.. Tallados por familias de Tierra Santa, apoyadas por Cáritas Jerusalem. Son pequeños, sobrios, elegantes monumentos a ese Misterio del Dios que nace Hombre un 24 de diciembre.
Pero no solo hay en Kitzin belenes de Belén. Ni solo de olivo. Los hay peruanos. Y allá en los Andes, hace frío. Mucho. Y la paja no es suficiente para proteger al Niño. Así que duerme entre pieles, bien arropadito. Y por supuesto, los camellos no suelen caminar a gusto por la nieve así que en los belenes peruanos, Melchor,Gaspar y Baltasar llegan a adorar al Niño a lomos de de ¡llamas!
También nace el Niño en las tierras del hielo. Por eso en Kitzin descubriréis un Jesús custodiado no por ángeles ni por pastores sino por esquimales que cazan ballenas y se cubren con pieles de oso.
Hay en Kitzin, que estos días parece un mercadillo provenzal, un puestecillo napolitano, nacimientos tallados en la madera del árbol de la canela, con lo cual no es solo un nacimiento hermoso y sutil sino el más perfumado… En Kitzin hay pesebres de papel, misterios que son cajas mágicas. Belenes de maderas ligerísimas, que se dirían solo un soplo.
Pero, claro, un belén no se monta así como así. Aunque nuestra casa solo mida 30 metros cuadrados. Hay que darle tiempo, hacer que se convierta en un momento de gozo. Un momento dulce mientras hacemos con papel de plata el río y con musgo coronar las montañas Un momento de turrón y ron.
El turrón que sea de Aguarain-Salvatierra. Hecho por las Hermanas Clarisas. Turrón de yema tostada. Claro que podría ser un blando extra. Buena repostería monacal. Podéis visitar a las hermanas, su fe e intentar oler sus polvorones en la red: clarisasagurain.blogspot.com. Y es que también podríamos tomarnos unas trufas. Con un sorbo de lo dicho, de ron. Un Bajacu cubano añejo de 7 años. Todo puro comercio justo. Como lo es ese vino dulce recién llegado de Chile a los armarios de Kitzin para brindar, un año más porque Dios vuelve a hacerse Niño. En Nápoles, en Judea, en Palestina. En Kitzin. En nuestros corazones.
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